Nuestra inteligencia emocional deja mucho que desear. Se puede decir incluso que somos analfabetas en esa área, pues como sociedad suponemos que aprendemos sobre el amor por inercia. No le ponemos mayor atención a educarnos en las emociones y luego la gran consecuencia es que no sabemos amar. Y es que amar tiene muchas aristas. Nace del amor propio, se anida en la relación de pareja, debe ser el motor que mueve el trato hacia los demás y es, ante todo, la base para encontrar la felicidad de Dios en nuestras vidas. Alberto Linero abre su corazón para explicar por qué el amor es la mayor enseñanza cristiana que debemos acoger y aplicar a diario.
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